Ha sido necesaria media hora caminando para encontrar un café en condiciones donde no me conozca ya sea el camarero o bien la clientela. Treinta minutos a treinta y ocho grados andando rambla arriba, con los pies patinando sobre las chanclas por el sudor, así se le quitan las prisas a cualquiera. Más aún cuando ayer en un ataque de huevos me dio por agarrar la mancuerna y destrozarme el tren superior. No cabe duda de que lo conseguí, ahora siento los tendones como frágiles hilos a punto de romperse.
He comprado el periódico en un kiosco de la rambla y poco después he llegado a La Caverna, que así se llama el café. Es la segunda vez que he entrado en mi vida a este garito y la verdad no sé como coño he acabado hoy aquí. El local está conseguido, desprende un aroma agradable a café y cigarrillos que encuentro muy familiar. Hay guitarras eléctricas allá por donde mires, la barra tiene forma de guitarra, las mesas tienen forma de guitarra, la camarera tiene forma de guitarra y es sin duda la más eléctrica de todas.
-Hola, buenas tardes, café con leche y hielo por favor –le digo claramente.
-Café con leche y hielo -repite la camarera con un acento latino-almeriense.
-Si por favor.
Mientras me servía el café se le ha acercado otro camarero y le ha comido todo el morro delante de mis narices y se ha largado sin mediar palabra, dejando bien claro que la chica es de su propiedad, que ni se me pase por la cabeza rozarla y que él hace con ella lo que le da la real gana. Menudo estúpido, siempre odié a esa clase de anormales y mira que abundan. Se acercan como perros que son mientras tú hablas tranquilamente con su novia y la mean, la ponen perdida de orín y se van de nuevo tan panchos a seguir haciendo lo que coños estuvieran haciendo. ¡Gentuza!
Todas las mesas están desocupadas. Me siento en una esquina a leer el periódico y a tomar el café con cigarrillos para seguir contribuyendo a perfumar el local. Compruebo el móvil. Cojonudo pues no hay cobertura y en estos tiempos que corren es algo que se agradece. Apenas si hay diez personas en el local. La noticia más interesante del periódico se encuentra hoy en una columna escondida y casi me pasa desapercibida, “Un hombre se atraganta con una rana que estaba en una lata de Pepsi”. ¡Pero joder, a dónde vamos a llegar!
Dos personas en la barra que discuten desaforadamente sobre política me sacan por un momento de la tranquilidad de mi cafe y mi cigarrillo y no puedo evitar escuchar la conversación.
-Yo no soy ni de derechas ni de izquierdas ni nada de nada –farfulla casi gritando el más canijo y continúa- ¡yo a los políticos los quemaba a todos!.
No he podido evitar estremecerme por un momento. Luego he pensado que el mierda ese no tenía cojones para nada. Y yo he seguido con el periódico y él con el Chaves que si es un terrateniente, el Zapatero que va a hundir el país, el Rajoy que no vale un duro, que si la guerra civil para acá y para allá. ..Y el amigo aguantándole el nevazo como un valiente, impasible (no sé muy bien por qué motivo), a este palurdo con mayúsculas que se creía catedrático de historia contemporánea.
Han llegado dos chicas y se han sentado en la mesa contigua a la mía. No eran ninguna cosa del otro mundo, pero al menos no se han ido a la otra esquina del bar huyendo de mí. Y al tiempo que chupaban de sus nestís se han puesto a despotricar de un tal Juan del que he sentido como poco algo de compasión. Y Robe con su cuarto movimiento de fondo cantando aquello de “vivir como un animal que no se altera, tumbado al sol lamiéndose la breva…”. Ese soy yo, sí, me apunto esa frase.
Me gusta la música que están poniendo, Extremoduro, Rosendo, Héroes… se está de puta madre aquí en este rinconcito con el aire acondicionado a todo hierro. No tengo ni puta gana de salir a la calle y sigo dale que te pego con el periódico. Acabo hasta por leer el horóscopo. Para capricornio pronostica “celos para quienes tengan pareja estable”. Mira, que se jodan, yo de esta me escapo. La parte del trabajo y el dinero me la salto, per se, diga lo que diga, yo, ni de una cosa ni de otra. Y continúa “le apetecerá estar en contacto con la naturaleza, por lo que aumentaran sus salidas al campo”. Lo que me faltaba, más autismo, más soledad, como si no tuviera uno bastante ya con lo mio. ¡Tus muertos!
Hoy las viñetas son buenas, Orceman y Garfield me siguen sacando la carcajada. Para el final he dejado el autodefinido, la palabra más bonita de hoy “RIMA”.
Cuando vengo a levantar la cabeza del pasatiempo, el café se había llenado de gente. Y yo no me encuentro a gusto entre tanto bullicio. Palmo euro veinte por el café a la Fender-camarera, sí señor Zp , e u r o v e i n t e, y me doy a la fuga por las calles camino de vuelta a casa. Y así se pasan los días, sin pena, pero también sin gloria.
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