Allí estabamos los dos
mirandonos a los ojos
como dos vacas en mitad de la via
el tren que se acerca
y solo nos abrazamos y lloramos
muy muy fuerte
y una vida a punto de apagarse
y otra a comienzos de encenderse.
Quien haya paladeado ese instante
masticado acero
volado en pedazos
ese debe ser muy dichoso
en días como el de hoy
normales y mediocres
días en que te beso en la mejilla
y no puede saber más amargo
porque ya degusté la miel de tu boca
y no se me puede hacer más dificil
ni ser tan hermoso.
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