martes, 31 de marzo de 2009

No hay Tregua


Por fín se en quién me he convertido,
aquella tarde a la salida del café me di cuenta.
Cuando recordé el águila y la serpiente
de las que antaño nos hablaban nuestros antepasados,
el animal más orgulloso sobre la tierra
surcando los cielos junto al más prudente
en plena relación simbiótica
de la forma más cómplice que se entienda.
Y pensé que de mayor
me gustaría ser instinto
y la la mierda con la razón.
Aunque sea solo por probar
quiero vivir a golpe de corazonadas.
Olvidar este maldito sentimmiento de anhelo
y no echarme en cara los fracasos de libro
ni las continuas decepciones deshonrosas.
Mirar siempre hacia delante
con los ojos cargados de optimismo
caminar con paso firme y de gigante.
¡pero cuanto me cuesta todo esto, mi vida!
¡y cuanto me cuesta volar sin tí!
si casi siempre que estoy arriba
pego el mayor de los trastazos.
No sabes como duele esta herida palpitante
ni cuanto tarda en recuperarme
para empezar de nuevo
a escalar la montaña hasta el tajo
donde pueda de nuevo lanzarme a desplegar mis alas
subir a sabiendas de conocer el final,
al mismo precipicio desde donde salté
cuando marras cienes de veces
y al que cada vez me acerco con mas miedo
menos ilusion y falto de enntusiasmo alguno.
¡pero que solo se está en el abismo!
¡y que solo se está en los cielos!
¿Imaginas cuanto duele el frio y la soledad
en las cicatrices y los huesos rotos?
No te haces una idea cariño.
De repente me sobreviene el mal de altura
y no paro de vomitar nada
arcadas de desilusión
hordas de sueños no alcanzados
continuos mareos
falta de aliento
ganas de nada
colisión inminente.
De nuevo en la sima mas honda
en medio de un crater que cada vez
es más profundo
y que he excavado a golpe de cabezazos.
Malherido me quedo dormido
y me sueño que encojo,
me hago pequeño
soy nadie en el universo inmenso
y me veo cada vez más minusculo
como la serpiente que se enrosca en si cuando la pisan
o la alegoria del gusano de Nietzsche
que prudencialmente reduce así
la probabilidad de que lo vuelvan a pisar
¡a esto se le llama humildad!
¿crees que me dan ganas de subir
y batir las alas sobre el abismo?
no me quedan fuerzas
estoy raquítico y no tengo hambre
cada vez estoy más enclenque
pero ensancho el alma acompasadamente sin complejos
el dolor me consume la poca energía que ingiero
y el sentimiento se me muere de hambre
¿en que cojones se gasta el cerebro
elveintialgún por ciento
de la energia total que consume nuestro cuerpo
si tan solo es el dos por cien de nuestro peso corporal?
En pensarte amor, en quererte, en amarte,
en volverse loco por tí, ya me ves.
Somos en la mayor parte sentimientos.
En mi caso de seguro que gasto más
que ese ridiculo veinte por ciento
y que jodan al tacaño
y al que guarda para mañana
que a mi me da lo mismo.
Yo derrocho en tí todo mi cariño y más.
Hasta que me quedo sin fuerzas
pero jamás me verás arrepentido
eso nunca, a pesar de que juegues conmigo
aunque me la juegues a cada instante,
es sólo eso, un juego que tienes amañado
y no me canso de perder contra tí
¿te cansas tu de ganar con una baraja marcada?
juguemos límpio por esta vez,
a un juego en el que ninguno de los dos
tengamos virtudes aparentes.
Esta vez no habrá empates,
un empate amarga más que una derrota
desmotiva más que cien victorias,
en este juego del que te hablo,
las tablas se firman después de muerto
y no recuerdo la vez
que se diera el insólito caso.
Sabes de lo que te hablo.
¡No hay paz!
¡No hay tregua!
Tu mueves,
comienza de una vez.
¡Sin contemplaciones!

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